
Acabo de volver de mi “almuerzo”, buscando el último regalo para esta Navidad.
Por la vereda de la sombra, esa por donde camina el 99% de la gente, entre miles de personas, con mi cartera bien apretada, haciéndole el quite a las banderas de la Bachelet y a esas típicas boutiques “cuneta” que aparecen de la nada en estas fechas, donde venden pinches, lentes de sol, papeles de regalo, cintas, tarjetas, joyas (si “joyas”), parches curita, fruta, paltas, cinturones y cualquier cosa que venga a nuestras mentes, logré llegar a mi destino: Lyon.
La vuelta fue parecida, pero esta vez ni miré el suelo (pa’no tentarme) y cuando entro a mi oficina, me dio por escribir sobre este colectivismocapitalistaconsumista que produce esta fecha. Menos mal que siendo 13 de diciembre, ya tengo todo listo, que no es mucho: mi bebé, mis amigos secretos (family y ofi) y la mami, bueno y uno que otro por ahí.
Este año creo que voy a extrañar hacer 15 paquetes iguales, buscar lo más barato y pensar en cada uno al comprarlo, cosa que no es fácil, pero que me encanta hacer.
Igual la idea fue buena, porque realmente se gasta menos y esa es la idea de la Navidad (si mal no recuerdo), abrazarnos mucho gastando poco y compartir en familia.
Pero la psicosis de “comprar comprar que el mundo se va a acabar” no deja de impresionarme cada año, cuando tengo que salir a caminar por providencia y eso que falta 1 semana y media, no quiero ni imaginar cómo va a andar la gente el viernes 23 o el mismo 24, aunque lleguen atrasados a la cena.
A pesar de lo que me gusta la Navidad y hacer regalos, miro la gente, con la cara larga, normalmente acompañados de otra persona, preguntándose: le gustará esto? te tinca esto otro? y saliendo de las tiendas llenos, pero llenos de bolsas, caminando por la calle chocando con todos por tanta bolsa que llevan, esperando un taxi que los lleve con enormes cajas……………realmente una locura.
Ante todo esto, no puedo dejar de preguntarme:
se acordará alguien qué estamos celebrando?